sábado, 23 de mayo de 2009

El frío arrecia III

Me gustaría creer en el mito de que nos hacemos más sabios con la edad. En cierto sentido en lo que no creo es en la sabiduría. Porque tal vez fue la locura la que me impulsa a hablar y hablar. Puede que fuera la locura. Yo decía que había sido la cultura. Claro que la cultura a veces es la locura, o comprende la locura. Tal vez fue el desamor el que me impulsó a hablar y hablar. Tal vez fue un amor excesivo y desbordante. Tal vez fue la locura….
Es curioso, vivimos la vida en primera persona del singular y yo hablo siempre de eso, pero llegado el final, se nos aparece la opción de un cambio en la composición del relato. Esta nueva velocidad de las cosas -me pregunto si tu te referías a algo más o menos parecido- es la que nos permite entonces vernos desde afuera, mirarnos mirar, sentirnos sentir, muriendo morir. Tal vez se trate del más primal de los mecanismos de defensa o del más convincente de los placebos: esto no me puede estar pasando a mí, volar lejos.
Tal vez por eso todos aquellos desesperados que dicen haber estado muertos y vuelven para contarlo insisten en el paisaje de sí mismos cada vez más pequeño, así como me siento de sentir, allá abajo. La persona como personaje, un espejo de carne y hueso. El cuerpo como un plano, como un sinfín de gráficos y de cómputos. La escalera de caracol del ADN, la médula como una vía láctea, la marea roja de la estupidez erosionando los acantilados de mis neuronas. Sí, mi cuerpo visto igual que esas fotos desde las alturas -marrones y verdes y azules- que luego se utilizan para la confección de los mapas.
Tu sabes perfectamente que pasé una eternidad en mi torre... Cambiaron todas las cosas sin tenerme en cuenta. Nacieron y murieron niños, ancianos, adultos y jóvenes. Surgieron soluciones para grandes problemas, en el mismo segundo en que estallaban guerras y revoluciones. Aumentó el precio de la bencina. Y después bajó. Inventaron comidas nuevas. Se hundieron barcos. Se suicidaron cientos de ballenas. Se escribieron libros, se pintaron cuadros. Na­vidades, semana santa, vacaciones de verano, el día de la madre, fin de año. Y yo allí arriba, en mi cueva de ermitaño, con mi trabajo perfecto, con mi matrimonio también perfecto y la retahíla de hábitos que parecían hacer el universo previsible. La vida pasó delante de mi puerta sin tocar el timbre.Me limité a mantenernos vivos, como si una parte de mi ser estuviera conectado a una máquina. Y me visité a diario, sin saber realmente hasta qué punto mi parte ausente sentía o comprendía algo. Y en cada visita renové, sin darme cuenta, la esperanza de que en cualquier momento, el otro yo abriese los ojos y dijese hola, dónde estoy, esa clase de cosas que suelen decirse tras un desmayo. Que todo fuera igual que antes. Pero no fue posible. La vida siguió su curso. Y ese otro yo se fue debilitando Y acabó por morir porque yo lo visitaba, sí, pero había dejado de acariciarlo, de sonreírle, de hablarle, convencido de que no podía escucharme. Y para ti era algo similar que presumiblemente no existía y que carecía de importancia. Ninguna de las células ya es la misma.
Mucho más tarde, cuando Marco Polo quiso reunir los fragmentos dispersos de la tragedia e intentó recordar cómo había empezado todo, la primera imagen que le vino a la memoria fue la de una caracola. Y ahí quedó inmóvil.El 18 es una fecha que no me gusta recordar, sin embargo el 22 es una fecha histórica para mi, aquí también el frío y el calor acechan, tu eres una luz que es capaz de redimir a esos zozobrantes de la vida, piensa en lo que has aprendido de vivir conmigo (las cosas buenas digo), como lo hago yo cada día con lo que he aprendido de ti, tu tienes el valor y la grandeza de energizar esa casa, y a esos seres que habitan ahí, recuerda que no puedes ser un bote que baila al vaivén de las olas, eres el capitán (del barco factoría, para no destronar a tu abuela) hacedora de sueños, esa mujer donde esta? No me digas que no existe, sino de quien diablos me enamore perdidamente yo.. ni tampoco me digas que es algo imposible de hacer, no cuesta nada, saca de ti lo bello eso que ocultas siempre con recelo, respira profundo y sonríe, abre las ventanas de la oscuridad y deja entrar la vida.
Sabes estoy empezando nuevamente a creer en los sueños. Mis sueños circundan todo, debo terminar algunas cosas pendientes y volar, pienso alcanzar España el próximo año, de ahí recorrer algunas partes y establecerme en Turquía, si, es cierto Estambul, no sé para que, pero es un sueño, también deseo comprar una casa ahí, que tenga un balconcillo, con vista al Museo Santa Sofía, y llamarte, contarte lo difícil del periplo y que fueras a impregnar esa casa y mi vida de tu energía. Pero para eso aún debo cruzar un mar más amplio, que el que nos separa. Primero sepultar mis muertos, mis parias cavilaciones, el desenfreno de asirlo todo en un solo paquete y con urgencia desemedida, debo construir un puente colgante desde aqui hasta allá. hacer cuentos que no caigan en hoyos, y que mi insana impaciencia madure para alcanzar los objetivos, con la plena convicción de elegir el camino con corazón, sin dañar a ninguna persona y menos a ti, aunque bien sé que el dolor ha sido infimo ante al raudal de amor que te otorgué, y es tanto el tuyo que viviría mil vidas con el amor recibido de ti.
Por eso te puedo decir: este que ha despertado soy yo. (...) Ha reventado mi alma como una semilla en la oscuridad de la tierra, para dar luz a un germen mejor. No puedo detener el proceso. La vida es hoy. No me espera. O me arriesgo y me abro paso hasta la luz o me pudro en mi temor a ser detenido por el gélido abrazo de la escarcha. Ésta es la hora. No fue ayer. No será mañana.
Pero aparte de mi, en ese mar que debo cruzar se encuentran las olas de tus inseguridades, que unidas a mis imperfecciones desarrollan una voragine de tormento y horror.Pero todo lo malo ya esta siendo parte del pasado, es por eso que tu debes cumplir tu acometido, encontrar lo que fuistes a buscar y florecer. En ese departamento tu vives, no digas que nada vive, no te dejes impregnar por ese lugar, tu eres más que un clavel del aire, o que un bonsai agónico, por eso te digo que brilles, debes hacerlo tu misma, yo no puedo ahora mas que alentarte porque te conozco, sacúdete ese sopor de mil años y vive, por favor...hazlo.

El frío arrecia II

Son la 5:10 de la madrugada, trabajando, me doy un respiro para leer nuevamente tu carta, al fin vislumbro entre las tinieblas a la mujer que conocí, quizá por le hecho de leer o releer lo que te escribo, encontrándole un aire positivo y esperanzador. Hace frío, mucho frío un hilo de agua se congela en la punta de mi nariz, la escuálida estufa apenas calienta, el misha hecho un ovillo me acompaña, es una ternura verlo, te enviare fotos de el, en verdad he leído mucho, además de ver cine, e ir al normandie a ver a los maestros. Es mas el sábado recién pasado, me acorde tantísimo de ti, porque me regalaron una invitación para el ensayo general de la opera Lucia Lammemoor, fue maravilloso (eso si, arriba detrás de la columna, pero igual fantástico). Como bien dices, lo de Turquía es algo, algo que existe y que no sea el destino final, por eso está en la categoría de sueño, ayuda a imponerse metas. Tu sabes perfectamente que yo no poseo esas perspectivas gigantes de mi mismo, nunca me he creído el cuento, para mi mas importante es la vida que el trabajo, así que por eso no te preocupes, mis perspectivas no son triunfar por esa área, aquí ni allá ni en ninguna parte, carezco de esa inexorable ambición. Debo ser sincero: al recibir tu anterior carta, sentí un dejo de decepción al leerla, pues partía de una base completamente unilateral (la tuya) de lo que te escribía, y que no te dabas el tiempo de entenderla, y como pretendías entenderme a mi (fue mi pregunta). Pero al descubrir lo de estas líneas, sonreí con el beneplácito del entendimiento.Aun recuerdo tu ultima gran carta, tu me decías que no había significado en mis manos y solo odio en mis ojos. Tus creencias siempre nos arrojaron a una encrucijada y, en semejante condición, no siempre logre optar por lo más conveniente. De hecho, a causa de muchos motivos que sería tedioso enumerar, mostramos una marcada inclinación a escoger la vía más difícil. Pero en el girar del mundo, tarde o temprano todo se vuelve paradoja. Las cosas se arreglan por sí mismas, a poco que las dejemos fluir y aceptando con mansedumbre nuestra pequeña parte de responsabilidad en la creación de los problemas cuando surgen. Aún nos cuesta reconocer que, a veces, el don de ser racionales no facilita necesariamente la existencia. Casi siempre es el corazón, y no la mente, como se pudiera pensar, el que guarda consigo la llave maestra. Tardamos demasiado en darnos cuenta de los errores que vamos cometiendo, pero aún más en ver la lógica aplastante que los avala. Acabamos atiborrándonos de odios y de rencores, o del otro o la otra en este caso tu o yo, que se nos cruzan al paso, pidiéndoles que nos den algo de lo que ellos mismos carecen. La cuestión no es con qué tratamos de completarnos sino por qué lo hacemos. Cuanto más empeño ponemos en ocupar la vacante, mayor se vuelve la brecha, más escépticos nos volvemos, más defraudados nos sentimos respecto a ese compañero o esposo que se supone deberían iluminarlo todo, embajadores de Dios en nuestras vidas aparentemente incompletas e insustanciales. Cuando la angustia llega al límite de lo que es posible soportar, igual que los torturados desconectan sus sentidos cuando el dolor ya ha invadido cada molécula de sus cuerpos, sobreviene un silencio, una luz, un alivio, un milagro o se detiene el corazón, que al cabo de un segundo vuelve a latir para que el ciclo se reinicie. La vida es así de cruel, de poética, de selectiva, de maravillosa, de inmunda, de terrible, de perfecta. Y comparándonos con lo que ella es globalmente, no somos, al margen de la totalidad, más que diminutos granitos de arena en la playa del universo.Entonces las condiciones están dadas para empezar a caminar

El frío arrecia I

Leí algo que pareció interesante es de Karl Jaspers (uno de los fundadores del existencialismo) y dice así: "...El hombre sólo llega a su propio ser por conducto del 'otro', jamás por el solo saber. Llegamos a ser nosotros mismos sólo en la medida en que 'el otro' llega a ser él mismo, a ser libres sólo en la medida en que 'el otro' llega a serlo."... Fue exquisito escucharte hoy, realmente me fascinó. Como te comenté hoy fue un día bello, amaneció y estuvo sin nubes hasta el atardecer, claro que como las 4 el frío cayó con fuerza y bueno fue necesario abrigarse, hace tiempo que no iba al centro, compramos comida a los peruanos de la plaza de armas, fue increíble, comida que vendía una peruanita y guardaba debajo del coche de su hijo, en corto para que no la pillaran los pacos, la daba en estos recipientes de plumavit, estaba rica, hice de tripas corazón y lo engullí, estaba realmente rico, no me acuerdo como se llamaba pero era pollo con arroz (a la peruana).
Cierro los ojos y oigo cómo doblan las campanas de la Catedral, aunque cada cual dobla de un modo distinto. Escucho el chapoteo de las fuentes en la Plaza de Armas acompañado del susurro de los olorosos árboles, a los cuales la lluvia invernal lavó del polvo. Se acerca la décima hora y se está volviendo tan quieto, que sólo por los pasos de los que vuelven de prisa a su casa para llegar antes de la hora del sereno, reconozco quién va. Reconozco los pasos de gente que hace mucho dejó de andar. Son sombras que golpean de esa manera con los tacones en las desgastadas losas de los pavimentos. Cierro los ojos y veo multitudes, errando por el paseo. Están viniendo desde el Teatro Municipal, por la Calle de las Agustinas, hasta donde está el Café Paula, y fluyen más allá, bajo las torres de La Merced. En un chorro ancho se están vertiendo en la Plaza de la Constitución, pasan delante del Diario la Nación, y viran en la Calle Teatinos y luego por Moneda hacia el final, hasta el cerro . Allí vuelven, despacio, rítmicamente, con tranquilidad, la marea retrocede hasta el Teatro Municipal. Los muertos caminan con los vivos. Los muertos paran a los vivos, pidiendo fuego para los cigarrillos. Los galanes procuran ligar a las damas en faldas y escotes, damas que hace mucho son ya sombras. Un paseo de sombras. Enemigos hechos hermanos en la muerte van del brazo como hacen los amigos. Se detienen en las esquinas delante de las humeantes estufillas en las cuales se están asando unos anticuchos. Encima de las estufillas arden faroles de gas con una hoz y un martillo rojo pintados en los cristales. Los oficiales de los carabineros, con anteojos en las cuencas vacías de los ojos, balancean sus lumas. Ahora mismo salieron de la pastelería Colonia a espaldas del Santa Lucía y saludan a las mujeres de falda y escote. Todo es una farsa. El frío arrecia, hay días que amanece bello, con un sol radiante, como anunciando la pronta primavera, pero estamos en invierno eso es verdad, absolvieron a unos asesinos de la dictadura, porque se declararon culpables y confesaron el crimen de dos jóvenes miristas de antaño, sus madres claman justicia y ella se ríe en sus caras, al declarar ellos que asesinaron a los jóvenes, no se aplica el secuestro, porque se aplica el asesinato (ellos están muertos), por lo tanto no se puedes hacer juicio y aplican la ley de amnistía y salen libres, estamos aún en invierno y el frío arrecia. Hoy caminaba por huérfanos rumbo al Bellas Artes, divise tu ventana habia una cortina que desconocí, la ciudad no es la misma, pensaba y te veia caminando yendo a comprar algo al mercadito, estaba lleno de niños, hoy es su día. y seguí hacia el museo solo, aun no terminan de reparar el MAC, queda hasta octubre, y te volvia a ver reclamando por su pronta abertura, y volvía a pensar: por que todo lo que un hombre hace para descifrar lo que una mujer, en la circunstancia que sea, espera de él, y aun cuando en ocasiones acierte, es apenas una respuesta tentativa, exploratoria, que se mueve a ciegas en un territorio incógnito. El deseo de una mujer es la articulación de un silencio, un laberinto, una escritura sin traducción, una esencia sin nombre, una idea previa o posterior a la idea.