miércoles, 2 de diciembre de 2009

“Un error no se convierte en verdad por el hecho de que todo el mundo crea en él” (Mahatma Gandhi)

¿Nunca has reflexionado cuando estás en la intimidad que en el mundo hay algo que no termina de cuadrar? Como hace miles de años, siguen existiendo guerras, pobreza, hambre, envidia, egoísmos, miedo. Se supone que hemos llegado a la luna y, sin embargo, no hemos conseguido llegar al fondo de nosotros mismos. Por más cosas que poseas, no te sientes feliz, siempre falta algo, siempre falla algo; no lo percibes, pero lo notas. Hasta te convencen de que la felicidad no existe o que consiste en una especie de alucinación momentánea. ¿No es esto un índice de que, por más que creamos que la humanidad evoluciona, esta se encuentra siempre en el mismo sitio? Te hacen creer que el mundo progresa porque te cuentan que el genoma humano se ha descodificado, pero al mismo tiempo notas que hay personas como tu en tu misma ciudad que se mueren de frío mientras duermen entre cartones bajo el río.
Y el Sistema Sanitario no sólo no escapa a esta gran mentira sino que, por el contrario, forma parte sustancial de ella. Acomodado en uno de los niveles más altos de la pirámide de poder, las multinacionales farmacéuticas no dudan en inducir a la población la perpetuación de la sensación de miedo. El axioma es simple: a más miedo, más enfermos; a más enfermos, más venta de medicamentos; a más ventas de medicamentos, más ingresos; a más ingresos, más poder; a más poder, más capacidad para continuar induciendo miedo. Se desarrolla así un mecanismo de retroalimentación positiva o de feed-back que logra perpetuar este sistema sin apenas necesidad de mantenimiento.
Pero este sistema de mentiras globales no se ciñe sólo al gran público general carente de conocimientos científicos sino que va mucho más allá y se destina con mucho más ahínco al reducido y selecto grupo de personas de cultura universitaria, científicos y políticos. Ha sido tema tratado en profundidad por Federico Di Trocchio, autor del libro “Las mentiras de la ciencia”, en el cual define la “engañología” cómo la ciencia que enseña a los científicos la forma de engañar a otros científicos para que estos, a su vez, convenzan a los periodistas, quienes finalmente se encargan de seducir a las masas. Di Trocchio desglosa la “engañología” en dos partes bien diferenciadas pero complementarias: una burocrática y otra técnica.
La parte burocrática enseña a confeccionar proyectos de investigaciones e informes serios y convincentes que puedan presentarse a los comités de financiación para que resulten autorizados. Incluye una sección que explica a los falsificadores más ambiciosos de qué forma pueden implicar a los organismos político-administrativos hasta lograr transformar en asuntos de Estado las disputas entre científicos.
Pero el verdadero núcleo de la engañología es la parte técnica mediante el uso de trucos bibliográficos que van desde la publicación en muchas revistas del mismo artículo con distinto título, hasta el plagio descarado pasando por la divulgación de datos inventados, técnica que permite publicar mucho en poco tiempo y con poco esfuerzo. Existe además el robo de ideas, el robo de material, el robo de experimentación y la sustracción de tablas, cuadros y fotografías. Es fundamental la violación del protocolo y de los registros, que no son de gran ayuda si no están acompañados por ese toque de prestidigitador que permite orientar el experimento hacia donde se desea. O de la posibilidad de recurrir, en caso de necesidad, al fraude en sí mismo, falseando una prueba o manipulando los materiales de experimentación.
Existe también una técnica para descubrir cosas y efectos que no existen. Y otra que enseña la forma para reivindicar la primacía de un descubrimiento que otros llevaron a cabo antes. Finalmente, es fundamental el profundo conocimiento de los trucos estadísticos, que proporcionan la posibilidad de hacer que los cálculos se correspondan siempre y de mantener con rigor matemático la idea de la fantasía que el falsificador debe poseer como requisito esencial.
Propongo al ciber-lector un juego, un simple ejercicio mental que estimo no le supondrá esfuerzo realizar y que puede ejercitar cuando desee: A partir de ahora, cuando escuche la palabra “internet” en cualquier medio de comunicación, percátese de que siempre,…. y digo bien, SIEMPRE, a continuación o muy pocos párrafos antes o después mencionan alguna palabra negativa, por ejemplo: terrorismo, basura, muerte, desinformación, pornografía infantil, hambre, enfermedad, piratería, pena, etc. Se trata de una antigua técnica de contaminación mental basada en relacionar de forma inconsciente dos palabras: una es el objeto de la manipulación y otra es cualitativa. De esta forma se consigue modificar y dirigir poco a poco la opinión de la gente acerca de un concepto concreto. Esta modificación puede ser positiva o negativa, dependiendo del interés que tenga el poder de ensalzar o desprestigiar algo. En el caso de Internet está claro que a los gobiernos no les interesa la divulgación del libre pensamiento a través de la red y la consideran un gran monstruo que puede quitarles su cuota de poder basado en la manipulación. Por tanto, no dudan en aplicar de forma premeditada y sistemática esta y otras técnicas hasta conseguir mentalizar lenta pero inexorablemente a todos de que internet es algo que hay que controlar para evitar daños mayores. Será entonces cuando la gente, no sólo no se queje de ese control sino que por el contrario lo considere muy necesario. En ese momento lograrán dominar, capar, censurar, amordazar a la red y hacerla lo que ellos quieren que sea: otro medio más de manipulación de masas.
Por otro lado, existe la técnica de la Información desestructurada. Es conocido por los psicólogos que la memorización de la información se realiza mejor cuando esta se presenta de forma estructurada y jerarquizada.
La estructuración y la jerarquización de la información son principios de base estudiados por los estudiantes de periodismo. No obstante, desde hace tiempo, los noticiarios de todo el mundo realizan exactamente todo lo contrario, encadenando en el desorden temas heterogéneos y de desigual importancia como sí el objetivo que persiguieran fuera obtener la peor memorización posible de las informaciones, produciendo así una población amnésica y, por tanto, más fácil de manipular. Aplicando esta técnica con maestría se puede realizar todo lo contrario, es decir, encadenar dos informaciones que no tienen nada en común pero cuya relación interesa hacerlas aparecer en un determinado orden.
¡Y qué decir sobre el principio de predeterminación! Quien haya visto la película Minority Report lo entenderá perfectamente, pero es posible que ignore que ese mismo principio de predeterminación está siendo utilizado en la actualidad por los gobiernos para tener la posibilidad de culpabilizar a cualquier persona según les interese. Esta técnica utiliza, entre otras cosas, la manipulación dialéctica de la estadística. No la altera; no pueden hacerlo; si lo hicieran, serían descubiertos. Lo que hacen es manipularla dialécticamente para hacer que parezca lo que ellos quieren que parezca y no lo que realmente es.
Un ejemplo real y muy típico es la noticia de que “el 34% de las víctimas de accidentes mortales de tráfico no llevaban puesto el cinturón de seguridad.” Esto significa simplemente que el 66% de las victimas de accidentes mortales de tráfico, sí lo llevaban puesto.
Quieren hacer que parezca que quien no usa el cinturón de seguridad tiene más probabilidad de morir que quien lo usa, cuando en realidad la estadística no es significativa. Por lo tanto, se penaliza a quien no usa el cinturón, no por lo que ha hecho sino por lo que le puede ocurrir si no lo hace. ¿Sería rizar el rizo si manifiesto que según la estadística, insisto, real,contada en un noticiario reciente, si se expone de forma inversa aunque igualmente cierta, su significado sería precisamente el opuesto?: “El 66% de las víctimas de accidentes mortales de tráfico llevaban puesto el cinturón de seguridad.” Por tanto, según esta noticia, es más probable morir con el cinturón puesto.
“Is for your protection” (Es para su protección) es una técnica que suele tener muy buenos resultados para ejercer el control en la población. Esta técnica es permanentemente utilizada lo cual suele aplicarse con destreza a la hora de diseñar normas de circulación automotriz que cumplan con un doble objetivo: uno muy evidente pero poco importante consistente en recaudar el máximo dinero posible a través de las multas. Otro, mucho más solapado pero de una gran trascendencia porque consiste en inculcar a todos los conductores la sensación de que, hagan lo que hagan, siempre habrá una norma que pueda inculparles y, por lo tanto, el conductor siempre tendrá la sensación de estar haciendo algo al margen de la Ley, con lo cual se ejercita la sensación de MIEDO y en consecuencia, el control. Sin embargo, el Gobierno las publicita a través de todos los noticiarios, como normas que son buenas para el conductor, normas que sólo pretenden velar por la vida, la seguridad y la salud del conductor, normas que se aplican sólo para la protección del conductor.
Como ejemplos podríamos citar la obligatoriedad de llevar casco en las motocicletas o de utilizar el cinturón de seguridad en los vehículos, entre otros.
Nadie se queja de estas normas a pesar de la obviedad que supone la siguiente reflexión: “Lo que me beneficia, si realmente me beneficia, carece de sentido hacerlo obligatorio puesto que me beneficia.” O dicho de otro modo: ¿qué sentido tiene obligarme a hacer algo que me beneficia? ¿No sería mucho más lógico que se me informara sobre su utilidad y en consecuencia se me permitiera elegir libremente en mi propio beneficio? O dicho más contundentemente: “comer langosta me beneficia, pero jamás entendería que fuera obligatorio comer langosta porque me beneficia”. Todos sabemos que fumar es muy perjudicial. En mi juventud, era mi casa los que me lo prohibían. Ahora que soy adulto, es el gobierno el que me lo prohíbe.
“Permítanme al menos administrar mis propias miserias”, dijo alguien.
Estimo que los usuarios de las carreteras constituyen un gran banco de pruebas para calibrar el grado de reacción de la población ante la aplicación de normas que atentan frontalmente contra la libertad individual y la intimidad de las personas. Sirve de termómetro y analiza el grado de anestesia social o insensibilidad de la gente ante estas normas. De forma que si el número de personas que protestan resulta “controlable” pueden continuar diseñando leyes cada vez más restrictivas y que atenten más contra la intimidad hasta lograr lo que realmente quieren: el control total de todos los individuos.
Nos hacen creer que existe libertad de expresión y libertad informativa porque nos hacen pensar que los medios informativos son heterogéneos pero nada más lejos de la realidad. Si analizamos las noticias que las distintas televisiones emiten en cualquier noticiario o informativo, comprobaremos que son las mismas noticias, incluso en el mismo orden, con las mismas palabras y con las mismas imágenes. Cambia, eso sí, los presentadores, los colores de fondo, algunas formas y, a veces, el énfasis que le dan a una u otra noticia, pero en esencia, todas las noticias de todos los noticiarios de todos los canales de televisión son las mismas:

1. De entre los temas que preocupan al ciudadano, los canales de televisión dedican un porcentaje muy significativo de su tiempo a noticias relacionadas con la delicuencia/seguridad y delitos comunes. Es decir, noticias que tienen connotaciones violentas y tienden a producir un cierto grado de alarma social.
2. Los temas sociales que más afectan a los chilenos, (el paro de los profesores, la vivienda ó la desigualdad laboral), son prácticamente ignorados en los informativos. Los sindicatos tuvieron 10 veces menos tiempo de intervención que los empresarios.
3. No sólo los informativos ofrecen muy escasa información a cerca de los temas que más preocupan a los ciudadanos, sino que además sus testimonios no se utilizan en las noticias como una forma de participación social, sino como un medio para ilustrar cuestiones diversas.
4. Las declaraciones de los políticos en los informativos analizados tienen un tratamiento casi autorreferencial, dejando en un segundo plano los problemas y preocupaciones de los ciudadanos.
5. Los temas de ocio y entretenimiento, especialmente los deportes, ocupan una gran cantidad de espacio en los informativos.

Existen muchas más técnicas de manipulación informativas. Técnicas que van desde la mentira pura y dura hasta la manera de colocar una determinada cámara de TV para que no se le vean las arrugas o la verruga a según qué personaje. Desde la famosa técnica de la cortina de humo o distracción, consistente en desviar la atención de la gente hacia informaciones poco importantes para esconder las que verdaderamente importan; hasta la técnica del “problema-solución” consistente en crear un problema para después solucionarlo y aumentar así la confianza de la población. O la estrategia de la degradación, que consiste en aplicar una ley brutal de forma gradual para ir acostumbrando lentamente a la población. O la estrategia del diferido, que consiste en presentar una decisión política como necesaria aunque dolorosa. O la estrategia de hablar al público como a niños, para así hacer pensar de forma inconsciente en la paternidad de la idea. Utilizar el aspecto emocional más que el reflexivo. Inculcar en las personas el sentimiento de culpabilidad y un largo etcétera.
Todas estas técnicas de manipulación informativa y muchas otras van encaminadas a dirigir la opinión pública en el sentido que un determinado poder quiere, para despojarla de toda crítica, hacerla dócil y mantenerla dentro de los márgenes establecidos por ese poder de acuerdo con sus intereses, casi siempre económicos. Una prueba muy evidente de que estos tipos de estrategias informativas han cumplido ya su función de anestesiar y adormecer a la población es la muy escasa reacción popular ante una de las escenas más patéticas que han podido publicarse en cualquier medio de comunicación. Me refiero a la película Fahrenheit 9/11 de Michael Moore y la famosa escena en la cual el Presidente Bush es informado de que los Estados Unidos de América estaban siendo atacados en aquel preciso momento. Si esa escena está manipulada y por tanto es falsa, Michael Moore debería haber sido juzgado y condenado por falsear la información y difamar nada menos que al Presidente de los Estados Unidos. Si esa escena es cierta, Bush debería haber dimitido y ser juzgado por ineptitud. Pues bien, no sólo no se produjo ni una cosa ni la otra sino que además Bush logró ganar las siguientes elecciones y gobernar cuatro años más. Pero, por si todo esto fuera poco y rebasando los límites de la seriedad para adentrarnos en el sarcasmo más nauseabundo, el ex-Presidente Bush reconoció que no existían armas de destrucción masiva en Irak, por tanto, estaba reconociendo que la causa fundamental esgrimida para que hayan muerto más de 50.000 personas en una guerra, era errónea. Es decir, por un “error” han muerto más de 50.000 personas. Lo patético es que no ocurra nada después de conocerse este hecho, que el mundo siga mirando hacia otro lado y que la población mundial con sus respectivos gobiernos ignore esta situación. ¿No es esto una prueba de que el mundo está ya más que insensibilizado?
Lo malo es que en lo referente a Irak, se ha comprobado que la causa de la invasión era totalmente injustificada, ya que jamás se han encontrado las famosas “armas de destrucción masiva” del Gobierno de Irak y, a pesar de ello, las tropas siguen en allí condicionando la política de la zona mientras los gobiernos del mundo hacen la vista gorda ante la comprobación de esta gran mentira utilizada sólo para robar los patrimonios historicos del origen de nuestra cultura.

Si aún no lo ha entendido... mejor que dejes de leer este blog. Te será mucho más fácil y cómodo permanecer en la gran mentira y además tendrás que pensar mucho menos. Seguirán creyendo que la “opinión pública” es lo que dice la televisión y para ti la vida seguirá siendo exactamente como tú mismo has elegido distorsionarla o, lo que es aún peor, como los que han manipulado su capacidad de raciocinio han querido que la manipule.