domingo, 27 de septiembre de 2009

Merlín: ¿pasaste de moda?

Desde los antiguos. Los juglares y los cuentacuentos construían cuerpos de historias para que los oyentes voláramos con nuestra propia imaginación, si quizás escucháramos alguna de esas historias, nos parecería hasta pueril, porque el conciente del hombre evoluciona, como también su proceso decodificativo de la realidad, ya que nuestra realidad es construida por nosotros mismos. No existe algo allá afuera llamado realidad. La realidad sucede en la experiencia.
¿Existe, por ejemplo, algo intrínsecamente verde? No, El verde existe en tanto lo creamos. Quizá alguien pueda afirmar que es una longitud de onda de ciertas características. ¡Claro! porque tenemos instrumentos que tienen condiciones para detectar “esa” longitud de onda, como tenemos conos (receptores del color) que detectan ese color. Pero lo que vemos es una longitud de onda que está relacionada a los fotopigmentos que tenemos en los fotorreceptores. En el mejor de los casos, la realidad que vemos dista mucho de ser completa. Asumir que el color que vemos es El color, es tan arbitrario como decir que las estrellas que vemos son todas las estrellas y son cómo las observamos.
La visión es una muestra clara de que lo observado es, en alguna medida, modificado por el observador. Por ejemplo, hay objetos que parecen alejarse y en realidad están perdiendo su tamaño, hay sonidos que parece que existen y no están realmente, hay sensaciones táctiles o de gusto que no corresponden con lo que se dice que es el estímulo. Y ¿qué es el estímulo? Es una construcción social e individual.
Las estrellas están en el cerebro, no afuera de él. Lo que hay afuera es algo, pero lo que vemos es la organización de ese algo. Y la organización no es un evento puro, es un evento mediado, por la cultura, por las capacidades naturales del individuo, por su experiencia, en fin, no hay una manera de organizar la información si no se aprende a organizar.
La construcción de la luz, de la iluminación creativa es pues un acto que va de lo cognitivo a lo conductual, que involucra buena parte de nuestras habilidades.
La generación de ideas, la creatividad puede ser un buen ejemplo de cómo ocurren estos procesos y favorezcan el desarrollo de una persona más creadora, de una persona que pueda potenciar su característica más definitoria: la creatividad.
Como Merlín el mago, Neruda el poeta y otros cientos de personas a través de la historia, quedan obsoletos. Neruda marcó una época, un tiempo de cambios de revolución en el campo humano, social y tecnológico, nacieron naciones, murieron otras y el idealismo paso a ser la consigna, hoy es otro el tiempo, obsoletos quedaron Teodognis de Alejandría, Sextus Piscius Caecilianus, Wang Bai-Yi, Kuei Shi, etc. y eso no me da la autoridad para decir no me gusta, sino decir: "wow" el tiempo de la flor y de la amapola, del junco y luego de los amaneceres pastoriles de Neruda terminó.
Es como la sonrisa que hoy evoca El film Frankenstein (1931) dirigida por James Whale, pero lo veo con los ojos de los años 30 cuando fue concebida no con los del año 2009 con toda la experiencia cinematográfica que poseo y me asombro como esa película fue producida y concebida sin la tecnología de hoy y ¿cómo lo hicieron?, y cómo me asombro también con un poeta venido del fin del mundo y que hace más de 50 años quebró esquemas, habló del pueblo, del pobre, del amanecer, de las araucarias y del canelo imperial y vuelvo a decir: "wow".
No se espera sentir ese acercamiento, hace 50 años era una vida diferente, el hombre vibra de modo distinto así como la tierra. Hoy se vibra con las palabras, escritos, multimedias, películas, cortometrajes y documentales todos de vanguardia.
Pero también estoy seguro de algo, que nuestra memoria es la mejor máquina del tiempo que tenemos y que cueste lo que cueste, nada es imposible.
La magia nace del mago que la ejecuta, ser el mago (hasta Merlín pasó de moda).
Y miro al futuro gracias a que estoy recobrando muy buena memoria...

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